Me considero porteña, a pesar de haber nacido fuera de los límites de Buenos Aires, porque llegué aquí hace más de 70 años, cuando aún no había cumplido los 8.
El cambio debió haber sido muy violento, ya que mi primera infancia en Ballester estaba rodeada de campos verdes, ranchos, ombúes y vacas. Pero hubo algo que tendió un puente entre ambas vidas.
La casa tenía un amplio frente sobre la calle Acevedo (hoy República de la India) y por lo tanto tenia enfrente al Zoologico. Allí había árboles, animales y cosas desconocidas para mí hasta ese momento. A pesar de los constantes rumores de mudanza al Parque Saavedra y otros lugares, el Zoológico no estaba descuidado. Se adquirian animales (como yo podia comprobar, ya que los camiones que los traian entraban por el portón frente a nuestra casa), habia muchos ejemplares de aquellos animales autóctonos más comunes, como las nutrias y las maras. Muchos de ellos, asi como los pavos reales, andaban caminando por el parque entre la gente.
Evidentemente a mí no me interesaban los detalles del mantenimiento, como la acción de los veterinarios o de los guardianes, sino tener un campo de accion para las tardes (a la mañana iba al colegio). Junto con aquella querida gallega que acompañaba mi niñez, desaparecíamos desde la hora de la siesta y volvíamos después de haber tomado mi merienda en el tambo modelo, del que otra vez hablara Pero me aparto de las cosas que quiero contar. Por eso voy a relatar en estas paginas algunos recuerdos.