El viejo arroyo Vega

La tradición quiere que un antiguo poblador ribereño le haya legado el nombre. La revista Fray Mocho publicó en 1912 la fotografía de un centenario ombú sombreando el rancho del Viejo Vega a las orillas del arisco arroyo, conocido también como San Martín y Blanco Encalada. En el plano de Buenos Aires publicado por Adolfo Sourdeaux en 1850 aparece trazado el curso del Vega: nace en la zona de La Paternal por la convergencia de diversos zanjones de desague de Villa Urquiza, Belgrano y Chacarita; atraviesa en diagonal las actuales calles Chorroarín y Donato Alvarez hasta Holmberg; alla tuerce hacia Juramento en dirección de Estomba por donde zigzaguea hasta Mendoza y Supera. En este cruce su cauce retoma por Juramento hasta Conde y luego, en sesgo, hasta Freire y Echeverria desde donde regresa en direccion de Blanco Encalada. De alla sigue una linea mas o menos recta hasta Húsares y Monroe para desembocar en el Río de la Plata, al norte de la Ciudad Universitaria, por cinco salidas de 4,80 metros de altura. Su cuenca tributaria abarca unas 1.600 hectáreas.
A cauce abierto fue un arroyo peligroso por sus desbordes, que solian arrastrarlo todo a su paso. En 1869, la Corporacion Municipal aprobó la apertura de una zanja que permitiera dar la salida a las pestilentes aguas estancadas luego de las inundaciones. Recien quince años mas tarde se dispuso nivelar el terreno y practicar desagues a lo largo de su recorrido, tarea que estuvo a cargo del ingeniero Armando Saint-Yves. En las memorias del intendente Bollini (1890/92) puede leerse sobre el primer intento de canalización que no llegó a concretarse: me di cuenta del peligro que para el lugar y para las aguas corrientes ofrecía el Arroyo Vega que desemboca en el rio a corta distancia del punto de toma. Concreto es su malisimo estado, causado por el desague de las fábricas instaladas en el Bajo Belgrano.