Desde el próximo miércoles 14 de diciembre, y hasta el 24 de abril, en las salas Cronopios, J y C del Centro Cultural Recoleta, se podrá recorrer la muestra El museo de los mundos imaginarios , curada por Rodrigo Alonso, que reúne a casi 30 artistas visuales clásicos y contemporáneos de Argentina. Una invitación para grandes y chicos que estimula a imaginar y explorar a través de una búsqueda creativa ilimitada.
La apertura se realizará el 14 de diciembre, 19 h, en el marco del convenio de cooperación cultural de Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires. El museo de los mundos imaginarios , presentada en el MAR (Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata) en 2014, explora los universos creados porla fantasía de un grupo de artistasargentinos que trabajan en diferentesmedios y formatos. El título está inspiradoen El libro de los seres imaginariosde Jorge Luis Borges, y como éste, aborda la fábula y la invención como instrumentos creativos que promueven el enigma, la maravilla y la ilusión.
Sala J:
La muestra comienza con la imaginación de Xul Solar en la Sala J. Astrólogo, místico y esotérico, Xul erigió arquitecturas maravillosas, creó juegos y lenguas y vislumbró escenarios de unión para todas las naciones, las religiones y los hombres del planeta. Su obra introduce el tema de los universos mágicos y espirituales, que se continúa – con ecos de las culturas autóctonas y latinoamericanas – en los trabajos de Tadeo Muleiro, Anabel Vanoni, Tatiana Parcero y Leónidas Gambartes, amante de las milenarias figuras del norte argentino.
Los astroseres de Raquel Forner simbolizan el encuentro de la humanidad con las criaturas extraterrestres en la era de los viajes espaciales. Los personajes de Duilio Pierri y Dolores Avendaño poseen un trasfondo literario: Pierri alude con cierto humor a la imagen del malón de la literatura gauchesca, mientras que Avendaño da vida a los protagonistas de cuentos infantiles, entre ellos, al famoso aprendiz de mago Harry Potter. San Poggio plasma espacios opresivos y laberínticos atestados de personas. En contraposición, el monje de la obra de Sebastián Gordín habita el vacío y la soledad.
Sala Cronopios:
La Sala Cronopios estará poblada por situaciones expectantes y extrañas transformaciones. RES adopta la forma de un cactus en un proceso de transmigración de potentes connotaciones espirituales y místicas, mientras que el tigre que acecha a un delgado joven en la obra de Ananké Asseff provoca sensaciones ominosas, como lo hacen también las criaturas que surgen de la imaginación de Fermín Eguía.
En la instalación de Marcela Cabutti, un animal observa con añoranza casi humana a un barco de papel que se aleja, mientras que los personajes de Marcos López y Susan Consorte traen a la vida al fabuloso híbrido humano-animal (la sirena), que conforma también el horizonte imaginario de la instalación de Eduardo Basualdo.
En contraposición a la inmensidad de esta pieza, Silvia Rivas nos invita a disfrutar de su pequeño paraíso en samblado y la obra de Amadeo Azar atesora el recuerdo de un parque de su Mar del Plata natal que supo ser un paraíso infantil y hoy vive en el recuerdo.
Liliana Porter transmuta juguetes y souvenires en protagonistas de situaciones, entre asombrosas y adorables, en sus objetos, instalaciones y videos. Eugenia Calvo extrae magia de los espacios domésticos manipulando los muebles de su propia casa y Javier Bilatz invita al juego y la participación en su obra interactiva.
Sala C:
Los universos acuosos, luminosos y mágicos de Gyula Kosice nos dan la bienvenida a la Sala C. Una animación de su Ciudad hidroespacial pone de manifiesto la altura de su pensamiento proyectivo y su capacidad para imaginar un futuro diferente. Erica Bohm también configura su propia ficción espacial, pero lo hace a través de la imaginería de la ciencia ficción, con sus viajes interestelares y sus paisajes cósmicos. Con una mirada diferente sobre el futuro, Javier Mrad relata la historia de una ciudad amenazada por la contaminación utilizando restos de computadoras.
El colectivo Proyecto Biopus se inspira en los invertebrados que devoran los huesos de las ballenas muertas depositadas en las profundidades de los océanos para dar vida a su instalación interactiva, en la cual el público es invitado a favorecer la migración de pequeños organismos luminosos a través de prótesis suaves y polimorfas. Las Carnívoras de Paula Toto Blake, invaden las paredes con una voracidad que por momentos parece lúdica, pero podría ser siniestra, y Carlos Trilnick invita a viajar por América con su instalación.
Finalmente, atravesando la exposición, el simpático personaje de Alejandro Gabriel, Pilki Pilki, une en su peregrinar a todos los seres, espacios, paisajes y situaciones de este Museo de los mundos imaginarios, como si fueran los episodios de un sueño. Un sueño que es al mismo tiempo una travesía y el devenir de una fábula.