Hasta hace pocos años no se veía ni una. Hoy copan la Ciudad de norte a sur. Son las ferias gastronómicas, espacios al aire libre que nuclean propuestas culinarias para todos los gustos: comida gourmet y también la que se engulle entre dos panes, alimentos saludables y recetas bien calóricas, argentinísimas empanadas pero también cocina mexicana, taiwanesa, francesa o venezolana.
Ya no hace falta, como antes, esperar varios meses o hasta un año para asistir a una de estas ferias, ya sean la del festival Al Dente, en Palermo; la de Le Marché, en el marco de Viví Francia, en Recoleta; o la de Masticar en Colegiales. Hoy es raro el fin de semana en el que no haya una en la Ciudad. Y no sólo por los puestos de comida en los festejos de colectividades de Buenos Aires Celebra. En ese sentido, gran parte de los laureles en el origen de este fenómeno se los lleva Buenos Aires Market, que celebró su primera edición en abril de 2012.
Inspirado en los mercados de Londres y Nueva York, Buenos Aires Market se dividía al principio entre puestos de quesos, especias y verduras orgánicos, y otros (los menos) de comida al paso. Hoy, sus ferias se hacen tres veces por mes y se expandieron a otros barrios como Caballito y Almagro. Con el calor, hasta incorporaron una versión nocturna en el Hipódromo de Palermo.
“Cada vez más gente tiene interés en la gastronomía y en comer en ferias. Derramó fuera de Palermo y otros sectores”, cuenta Juan Aznarez, uno de sus creadores, quien adelanta en ese sentido que planea llevar la propuesta al sur porteño, más específicamente a Parque Patricios.
¿Y a qué se debe este creciente interés por comer en estos espacios, en una Ciudad en la que la comida al paso ni siquiera está reglamentada? “Por un lado, hay una búsqueda de nuevos sabores, y en una feria encontrás platos de todo el mundo. Por el otro, con la crisis mundial, la gente ahora se va menos de vacaciones y se queda más en su ciudad durante los fines de semana. Por eso, las ferias son una buena opción y podés disfrutarlas incluso gratis, ya que para ingresar no tenés que consumir sí o sí”, analiza Heloise Velay. Francesa de nacimiento, junto a su coterránea Clara Keller fundó Petit Mercado, que una vez por mes abre en un coqueto galpón de Palermo con puestos de comidas europeas, latinoamericanas y asiáticas, cócteles y música.
“Al argentino le gusta comer bien y si es barato, mejor. Por eso ahora hay más ferias”, es la explicación de Rodo Cámara, de la Asociación Argentina de Gastronomía Móvil. Y suma dos atributos: variedad y precios. “Hay parrilla, sándwiches o pastas a entre 60 y 70 pesos por plato”.
Hasta aquí, los motivos de interés para los clientes. Pero también están los de quienes se ubican del otro lado del mostrador: los emprendedores. “Nuestra experiencia en ferias es alucinante, podés atender al público cara a cara y la gente misma ve cómo se prepara la comida. Te ven en acción y eso los estimula mucho”, destaca Martín Viera, de Food Truck Chef, quien a bordo de su cocina móvil prepara burritos, tacos, nachos, hamburguesas y lomos.
Otra razón por la que muchos gastronómicos gustan de estos espacios es por la exposición que les da. “Te dan la opción de llegar a más gente y darte a conocer”, argumenta Cámara. Velay coincide: “Gracias a la feria, emprendedores que recién empezaban pudieron tener un público incluso antes de instalar un local”.
Es tal el fenómeno de la comida al paso, que incluso llegó a iniciativas más barriales y autogestivas, como la de la Feria de Artigas, en el corazón de Flores, donde además de productores independientes, grupos de estudiantes ofrecen los platos que elaboran en los distintos cursos dictados en un centro de formación profesional.
Otro proyecto que incorporó propuestas gastronómicas es Sabe la Tierra, que funciona cada 15 días dentro del Mercado de Belgrano. Este emprendimiento es el mismo que llevó adelante otra feria, Zona Picnic, una iniciativa conjunta con Espacio Público del Gobierno porteño para ofrecer platos saludables en Plaza San Martín para quienes trabajan en Microcentro.
Los food trucks esperan su turno
Decorados para la ocasión, con platos gourmet, opciones saludables y naturistas, los food tracks o camioncitos de comida ambulante abundan en eventos privados, recitales y ferias. Son un clásico de la Feria Masticar, Tecnópolis, Buenos Aires Market y el Distrito Arcos de Palermo, por nombrar sólo algunos lugares. Sin embargo, esta movida que es furor en Nueva York y otras ciudades aún no puede desembarcar en las calles porteñas fuera de esos espacios. En la actualidad, la normativa vigente para la venta ambulante sólo permite ofrecer golosinas, productos de confitería y sándwiches envasados en origen; también habilita el expendio de panchos y carnes a la parrilla, como las ofrecen los famosos carritos de la Costanera. Pero hay un vacío legal con respecto a los camiones ambulantes.
El macrismo tiene un proyecto de ley en la Legislatura porteña que prevé reformas a la normativa actual y hay otro que pretende ordenar la venta de comida en la calle, aunque todavía no fueron sancionados. Desde el Gobierno de la Ciudad confirmaron que están trabajando para incorporarlos como una alternativa en zonas puntuales de baja actividad gastronómica, como pueden ser el Distrito Tecnológico de Parque Patricios o el Audiovisual, en Colegiales. Por el contrario, descartaron el Microcentro, donde el plan es liberar las veredas, mejorar la fluidez del tránsito y potenciar a los bares de la zona. Mientras tanto, los emprendedores esperan su turno.