La infidelidad es una de las razones, entre otras, por las que puede culminar una relación de pareja. Desde la sospecha hasta la certeza, va destruyendo la confianza de los integrantes de la pareja en la que se basó la relación. Hombres ó mujeres, en la mayoría de los casos las personas son infieles cuando la relación no alcanza sus expectativas, están pidiendo, buscando algo en la pareja que ésta no es capaz de ofrecerles, y, como tal vez les sea más difícil tratar de encontrar la solución a través del diálogo y la comunicación, una opción aparentemente más fácil o cómoda –a primera vista y que también tiene sus costos- es la infidelidad.
Si bien es difícil descubrir y asegurarse de que la pareja está siendo infiel, aparecen indicios, excusas que si las escuchamos nos dan la pauta de qué hay algo que está cambiando: reuniones de trabajo, salidas con amigo/as, cambia el comportamiento, aparecen conductas evitativas, cambio de hábitos en los horarios de salida y llegada cotidianos, frecuencia sexual, etc… Se puede sentir el cambio en la comunicación, en los diálogos de la pareja, mayores silencios, indiferencia, irritabilidad por cualquier motivo, cambios de palabras o discusiones por cosas pequeñas. Si bien estas actitudes NO siempre son síntomas de engaño, SI indican que algo no está funcionando en la pareja y que por lo tanto existe peligro de infidelidad.
Desde lo social, es más aceptada la infidelidad del hombre que de la mujer, además de tener mayores permisos y oportunidades respecto a la libertad para moverse.
Los hombres suelen sospechar que su pareja les está siendo infiel, cuando la mujer se niega a mantener relaciones sexuales. Ante la duda o la confirmación, lo plantean a corto plazo ya que para ellos la infidelidad actúa como un atentado a su hombría, como una herida a su narcisismo y a su machismo.
La mujer, además de sospechar por la disminución y/o calidad de las relaciones, suma situaciones cotidianas que le hacen pensar que su pareja puede estar siendo infiel, y ahí comienza, generalmente en silencio, el camino a la confirmación de sus dudas.
Existen hombres y mujeres que jamás perdonarían una infidelidad, otros deciden auto engañarse para no tener que enfrentarse a la realidad. Descubrir que hemos sido traicionados por la persona amada siempre es una experiencia dolorosa y hasta humillante, puesto que se ponen en juego los valores que fundamentan una relación de pareja, como son la confianza, la sinceridad y el respeto.
Perdonar o no una traición depende de cada persona y del tipo de relación existente, ya sea por motivos religiosos, si hay hijos de por medio, sopesando que es lo más valorado ó el daño menor, pudiendo llegar a episodios o situaciones violentas.
En el caso de las mujeres que deciden disculpar, pero no olvidar, la infidelidad saltará frecuentemente ante alguna discusión, y puede llegar a ser utilizada como arma de reproche, lo que puede desgastar más todavía la relación.
Si somos capaces de superar la infidelidad, todo OK. Si no, no es bueno reprocharla permanentemente y entonces se hará necesario plantearse una solución diferente. Algunas mujeres que han sido infieles se torturan porque no saben si confesarlo o no a su pareja, se sienten mal cargando esta «culpa» sobre su persona, pero lo más importante es descubrir el porqué de la traición.
Si se ha sentido esa necesidad, real o fantaseada, cometida o no, deberá replantearse qué es lo que cada uno necesita y cuál es la demanda hacia su pareja, que no necesariamente puede estar asociado con el sexo. Qué necesidades tiene cada uno del otro en cuanto a afecto, atención, dedicación, tiempo, comunicación, intimidad, en cuanto a compartir tareas del hogar, los hijos, etc…
Dependerá el camino y el destino de la relación, de lo importante que cada uno sea para el otro, de lo importante que sea lo que han construido juntos y lo que quieran de ahora en más como proyecto en común. Aún perdonando la infidelidad estará presente durante mucho tiempo, como un fantasma en el otro y habrá entonces que reestablecer la confianza.
Una de las peores traiciones hacia nuestra pareja o por parte de ella es la infidelidad. Generalmente pensamos que la persona infiel es la única culpable, sin embargo la infidelidad es el resultado de la crisis de una pareja. La infidelidad no sucede espontáneamente, y lejos de ser justificada, existen motivos que la provocan.
Algunas de las razones más frecuentes de consulta:
1. Nos sentimos defraudados. Pasado el enamoramiento, nos encontramos con nuestra pareja real, dejando a un lado a la idealizada, y sus conductas no siempre placenteras en la convivencia defraudan nuestras expectativas. Si la pareja se centra sólo en sus objetivos personales y no en los de ambos, y al mismo tiempo nos relacionamos con una persona distinta que nos hace sentir más valorados, la elegimos inconscientemente como nueva compañera/o. Principalmente para las mujeres, es muy importante sentirse queridas, valoradas y deseadas por el compañero. Si no se cumple nuestro objetivo, aparece la frustración y la baja autoestima.
Búsqueda de nuevas sensaciones. Pasada la etapa de la pasión, seducción, del enamoramiento (que dará lugar al verdadero amor), hay quienes necesitan continuar satisfaciendo su necesidad de seguir enamorados, y la curiosidad de experimentar el sexo con otra persona podrá convertirse en el paso anterior a la infidelidad.
2. La rutina. Cuando la pareja descuida el tiempo en común por sus actividades personales y deja de tener detalles cariñosos, sentimos que el amor se acabó, se produce un distanciamiento y nos empezamos a sentir atados a una relación que ha perdido su encanto. Una pareja sumida en la rutina y en el aburrimiento es vulnerable ante la llegada de un tercero que seduce, encanta y promete, a pesar de los riesgos, el condimento del que carece nuestra relación.
3. Vida sexual insatisfecha. El sexo es un elemento importante y si éste es defectuoso (ni por mucho ni por poco, sino el que la pareja necesita), quien se siente insatisfecho tiende a buscar fuera de la relación la satisfacción. Si bien en todas las parejas existen momentos mejores y otros no tanto (por presiones sociales, trabajo, etc…), es un tema que deberá hablarse para no dar lugar a fantasías que dañen a la pareja.
4. Dependencia emocional de los padres. Si nuestra pareja es emocionalmente dependiente de sus padres y no establece límites respecto a ellos, esta conducta infantil nos hace sentir sin su apoyo, y nuestra necesidad insatisfecha de ser escuchados y atendidos, de no ser lo más importante para el otro, nos hará sentir frustración.
5. Para continuar idealizando a la pareja, algunas veces se elige como amante a una persona totalmente opuesta. Con esta pueden llevar a cabo todas sus fantasías sexuales, aquellas que no pueden realizar con su pareja.
6. Se siente amenazada la libertad. Cuando la pareja es asfixiante, o uno de los dos tiene miedo al compromiso, o a perder independencia y quedar atrapados en una relación. La infidelidad en este caso aparece como un intento de resguardar la libertad.
7. Manejo del poder. Por haber obtenido poder, dinero y una posición social, hay personas que se sienten con derecho a «comprar» o acumular relaciones con el sexo opuesto, como si fueran objetos, trofeos.
Existen parejas en las que las relaciones extramatrimoniales están aceptadas por ambos, por ser conscientes de las deficiencias que existen en la relación. Este caso no es de buen pronóstico para el futuro de la pareja, si no se trabaja sobre las dificultades.
Para ir concluyendo, la infidelidad es un síntoma de una serie de crisis por las que puede atravesar una pareja. Si somos sinceros con nosotros mismos y deseamos recuperar el afecto de nuestro/a compañero/a, trabajaremos comunicándonos, en pareja, para superar la crisis.
Independientemente de cuál sea el destino de la pareja, este abordaje nos dará la tranquilidad de saber que hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance.