El ex Paseo de la Infanta, hoy llamado Marcela Brenda Iglesias

A metros de Libertador, frente a los lagos y con lugar para estacionar. Hay pocos espacios tan privilegiados en Capital como el ex Paseo de la Infanta, hoy llamado Marcela Brenda Iglesias, en homenaje a la nena que murió al caer una escultura en 1996. Sin embargo, el predio estuvo abandonado por más de diez años y recién a fin de 2015, con la apertura de locales gastronómicos, comenzó a recuperar su esplendor.

El primero en asentarse fue McDonald’s, que eligió los arcos cerca de Liberador y luego, en 2012, Starbucks hizo lo mismo en los que se ubican en el otro extremo. Desde entonces, la zona se repuebla.

Catalina Echagüe, quien acaba de correr unos 4 kilómetros y enfrenta el calor con una limonada, dice: “Antes, si quería tomar algo tenía que pagar una fortuna por un agua en uno de los quioscos que hay cerca del lago. Ahora me compro un jugo en uno de los bares y gasto casi lo mismo”. Marcela Urondo y su marido también apuestan al combo actividad física y gastronomía. “Una de las mañanas del fin de semana nos levantamos, vamos a dar unas vueltas al lago y después hacemos un brunch”, cuenta.

Si bien los deportistas son habitués, también están aquellos que buscan un buen lugar para comer, en una ubicación inmejorable e incluso sin necesidad de producirse. Eso es lo que más le gusta a Mariano Abelardi. “Me aburrí de lugares donde te tenés que vestir para salir a cenar. Acá venís en ojotas y no desentonás”, explica.

La pizzería Coronita es fiel exponente de esa estética playera. En sus parlantes sólo reproduce reggae y los mozos visten camisas hawaianas. La comida informal y una barra estilo tiki emplazada en medio del salón redondean el ambiente casual.

El polo gastronómico se completa con helados de Lucca, cocina sana y contemporánea de Möoi y crepes de Santa Crepa. Pero el próximo mes se agrandará la familia, Naná, un restorán clásico de la zona Norte, abrirá su primera sucursal.

También debajo de los arcos se emplaza el box de crossfit. “En menos de un año, sumamos 300 socios”, señala satisfecho uno de los encargados y cuenta que el entorno natural se aprovecha: “Salimos a correr por el Rosedal”.

Una parte pequeña de los arcos pertenece al espacio público. Al cruzarlos se desemboca en el Paseo de los Justos, inaugurado el 27 de enero en homenaje a quienes arriesgaron su vida para salvar a los perseguidos por el nazismo. Desde ahí se divisa el verde de la Plaza de la Shoá y reina el silencio.

Claro que esa calma podría tener los días contados, ya que cada vez más personas redescubren la zona y quedan flechadas por el verde y la oferta gastronómica.

Reclamos por el uso comercial de la zona

Marcela Brenda Iglesias tenía 6 años cuando murió aplastada por una escultura que estaba instalada en el Paseo de la Infanta. El hecho sucedió en 1996 y a partir de entonces el lugar quedó abandonado a su suerte.

Los intentos de recuperarlo empezaron diez años después, en 2006, cuando se comenzó a barajar la posibilidad de construir una plaza seca en el predio, luego se habló de parquizarlo hasta que finalmente se decidió su explotación comercial.

La Asociación Amigos del Lago de Palermo inició acciones judiciales contra el Gobierno de la Ciudad, ya que, según señalan, la zona está catalogada como “Urbanización Parque” (UP), categoría que “impide los usos comerciales y sólo permite aquellos complementarios a los de un espacio verde”, explicó Osvaldo Guerrica Echevarría, su presidente.

Sin embargo, desde la Dirección General de Interpretación Urbanística del Gobierno de la Ciudad señalaron que “el Código de Planeamiento Urbano establece que en áreas UP se pueden habilitar actividades que sean de interés general o de utilidad pública, sin romper con la fisonomía del parque. Por lo tanto, no existe contradicción con el Código en ningún punto”.