The Nicky Harrison Speakeasy. Salir del micro mundo de Nicky Harrison y no pasar semanas contando la experiencia a cualquiera que se nos cruce por la rutina es todavía más difícil que guardarse las ganas de volver al día siguiente. Es que en la era en la que muchos parecen vivir solo para poder postearlo en las redes sociales, el speakeasy que se esconde en Nicky NY Sushi en Malabia 1764 ya se instaló en el circuito porteño casi sin dejar huellas en Instagram. Mucho se comenta pero poco se sabe de lo que pasa atrás de “la bodega”. Para Andrés Rolando, uno de los dueños, tiene que ver con que se opone a la dinámica actual de “mostrar, mostrar y mostrar”, y agrega: “Lo que importa es el momento que estás pasando, cómo te están tratando, qué estás tomando y si estás aprendiendo algo. ¿Es exclusivo? Sí. ¿Es genuino? También”.
El salón de Nicky Harrison está pensado para que el que entre pierda la noción del tiempo y del espacio. Y no es exagerado decir que eso se cumple tanto por la música, entre swing y jazz de la década del 20’, como por el trato familiar (Andrés dice que Seba García, jefe de barra y rey de los tiradores, conoce al 80% de los que vienen y se acuerda de lo que toman). Entre los retratos de las paredes, las lámparas, el piano y los muebles, los detalles nunca se agotan. El armado del bar tomó 7 meses en los que la arquitecta Paula Peirano, especialista en antigüedades, recolectó piezas claves como la barra, que pertenecía a una panadería uruguaya de 1910 y el piso de pinotea de 1920. ¿Por qué no mostrar un resultado tan impecable? “Porque hay una diferencia entre despertar interés y matar la fantasía”, responde Andrés y hace una analogía entre el bar y una función de una obra de teatro: “Todas las noches montamos un show para que la gente que venga no se vaya defraudada. Nosotros lo respetamos porque cada persona que trae a alguien quiere que viva la experiencia exacta. Nos debemos a eso”.