La Avenida Las Heras

En los años de la década del 40 se comenzaron a buscar soluciones que mejoraran los pavimentos y se creyó encontrar una: adoquines de madera de quebracho. Teóricamente debían evitar a un mismo tiempo las irregularidades y los ruidos. Una de las primeras calles en las que se experimentó con este sistema fue Las Heras.

Hoy hablaremos del otro límite de nuestra Parroquia: la Avenida Las Heras. Esa actual vía rápida, tan difícil de cruzar aún con ayuda de los semáforos, no siempre fue igual. Hace cincuenta años era un «boulevard» de tipo provinciano: tres hileras de árboles frondosos ocupaban sus veredas y un ancho descanso central. Eran las mismas tipas que están actualmente pero, podadas anualmente, se mantenían a una altura adecuada para dar sombra tupida sobre un doble túnel de verdes hojas y amarillas flores, en ambas manos de la avenida.

Ya dijimos que el descanso era ancho, lo bastante para dar espacio a las vías de los tranvías que recorrían la calle en ambos sentidos y, a veces se detenían en la estación que estaba en la esquina de Ocampo, donde aún puede verse un trozo de vías en la vereda.

El adoquinado era de adoquines grandes, de los normales en aquella época. Según tengo entendido, esos adoquines llegaban del extranjero como lastre de los barcos que venían a buscar productos agrícolas. Eso tenía dos consecuencias: los distintos carros (de uso frecuente en esa época), con sus llantas metálicas, hacían mucho ruido al transitar por ese empedrado no demasiado parejo; y esa misma irregularidad era funesta para las señoras que cruzaban la avenida con tacos altos.

Pese a que el descanso reducía mucho el espacio disponible para el resto de los vehículos, esto no causaba muchos problemas, porque, aunque había muchas líneas de ómnibus y colectivos, y las tres últimas cuadras eran paso forzoso de los carros recolectores de basura que iban al depósito en Figueroa Alcorta, el movimiento de autos era bastante reducido.

En los años de la década del 40 se comenzaron a buscar soluciones que mejoraran los pavimentos y se creyó encontrar una: adoquines de madera de quebracho. Teóricamente debían evitar a un mismo tiempo las irregularidades y los ruidos. Una de las primeras calles en las que se experimentó con este sistema fue Las Heras. Al principio pareció un sistema muy bueno. Pero la zona frente al Hospital Rivadavia es baja, y es normal que se llene de agua en cada lluvia fuerte. El agua se filtraba por debajo de los adoquines, que terminaban flotando en la corriente hasta formar verdaderas barreras de cubos de madera que interrumpían el tránsito.

Finalmente se cambió ese pavimento por el que aun puede verse debajo del asfalto en la esquina de Coronel Díaz. Eran adoquines más pequeños que los del pavimento original, y para hacerlo más parejo se los colocó en curvas.

Pero al mismo tiempo el tránsito había aumentado, y eso hizo necesario suprimir el descanso central con sus árboles, aunque dejando las vías. Posteriormente, la supresión de los tranvías y nuevos asfaltos hicieron desaparecer las vías. Sucesivas repavimentaciones han elevado mucho el nivel de la parte central de la avenida, nivel que en algunos sectores supera el de las veredas, de modo que apenas caen cuatro gotas, algunos lugares, como la entrada del colegio Herrera Vegas, se convierten en verdaderos lagos.

El umbroso boulevard se ha convertido en una vía rápida bastante peligrosa, sobre todo por la imprudencia de conductores que hacen caso omiso de la luz roja del semáforo. Muchas veces, cuando debo cruzarla y me detengo unos segundos al prenderse la luz verde, para estudiar si el colectivo que viene es de los que paran, añoro mi dulce avenida sombreada de tipas.

Avenida General Las Heras

En 1580 Juan de Garay estableció los límites urbanos de la Ciudad de Buenos Aires: al Este la barranca del Río de la Plata (Avenida Paseo Colón – Av. Alem), al Oeste las actuales calles Salta y Libertad, al Sur la actual Avenida Independencia y al Norte la calle Viamonte. Garay también repartió las tierras más allá del ejido tanto al norte como al sur del nuevo centro urbano. Hacia el sur el reparto abarcó desde el Riachuelo hasta la zona de Ensenada y Magdalena, mientras que hacia el norte, la distribución comenzó desde la actual Plaza San Martín (Retiro) hasta lo que es hoy el Partido de San Fernando. Entre cada chacra (de una legua de largo) debía correr un camino, así como también por su frente y fondo. Hacia el norte, el camino del fondo lo constituían las actuales avenidas Constituyentes y Fondo de la Legua, mientras que el camino del frente, denominado «Camino de Santa Fe» o «Camino del Bajo» lo conformaban sucesivamente las actuales avenidas Libertador, Las Heras, Santa Fe, Luis María Campos y nuevamente Libertador, siempre discurriendo al pie de la barranca, elevándose sobre esta después de pasar el Partido de Vicente López.

La actual avenida Las Heras era originalmente una huella o rastrillada casi costera (el Río de la Plata estaba a poca distancia) que a fines del siglo XVIII comenzó a ser llamada «Camino de Chavango» ya que al parecer en tiempos del virrey Vértiz por ese camino se trajeron desde el noroeste algunas crías de llamas (la cría de llama es denominada popularmente «chavango») con el infructuoso propósito de efectuar su crianza y aprovechamiento en la entonces pequeña ciudad de Buenos Aires; esto casi un siglo más tarde dio motivo a una humorada en la que participó Lucio V. Mansilla: ya a fines del siglo XIX; estando en gran parte edificada para entonces la zona recorrida por ese camino se le declaró avenida pero olvidando el antiguo nombre popular, ante esto Mansilla y otros amigos elevaron una queja pública diciendo que se «afrentaba con el olvido a la memoria del Coronel Chavango», los burócratas municipales de ese tiempo totalmente ignorantes de las cuestiones públicas atendieron solicitamente el reclamo ya que provenía de «gente decente» y buscaron obtener más información del supuesto «Cnel. Chavango» hasta que Mansilla y sus amigos les explicaron que les estaban tomando en broma para demostrarles su ignorancia.

El nombre actual de la avenida homenajea al militar patriota Juan Gualberto Gregorio de las Heras destacado en la luchas por la Independencia Argentina y gobernador de Buenos Aires.

Por la Avenida Las Heras corrió en abril de 1897 el primer tranvía eléctrico de Buenos Aires, un tramo experimental construido por el inglés Charles Bright para unir Plaza Italia con la esquina de la actual Avenida Scalabrini Ortiz. ​ Ese mismo año se inauguraba el primer servicio público de tranvía eléctrico, un transporte que funcionaría hasta 1962.

La avenida fue a comienzos del siglo XX un amplio bulevar con cantero central, en el tramo desde la calle Sánchez de Bustamante hasta Plaza Italia. Adornado por frondosas tipas que llegaban a tapar toda la calzada, servía además para el ordenamiento de tranvías, luego colectivos.2​ Ya en la década de 1920, se plantaron además plátanos en ambas veredas en el tramo desde Avenida Callao hasta el Jardín Botánico, en donde esto no fue necesario porque ya sus ejemplares cubrían la avenida hasta Plaza Italia.

En los años 40, se experimentó con el uso de adoquines de quebracho en búsqueda de minimizar el ruido que hacían los vehículos y el traqueteo que los dañaba con los clásicos adoquines de granito que se iban redondeando con el paso del tiempo.3​ El sistema fracasó, y finalmente se adoptó el asfalto como revestimiento para las calles porteñas. Para la década de 1960, el cantero central había desaparecido totalmente para conseguir más carriles de circulación, en una avenida cuyo tránsito había aumentado fuertemente a medida que la zona pasaba de barrio de casas familiares a cada vez más edificios de departamentos de varios pisos. En esa misma época, suspendido el servicio del tranvía, los colectivos pasaron a ocupar la mayor parte de esta importante arteria.

En la actualidad, los plátanos centenarios sobreviven en el tramo desde avenida Callao hasta la calle Sánchez de Bustamante, aunque varios ejemplares fueron retirados, algunos reemplazados por otras especies arbóreas. En cambio, desde Sánchez de Bustamante hasta la calle República Árabe Siria, los viejos árboles fueron talados y reemplazados por árboles más jóvenes. Desde este punto hasta Plaza Italia, reaparece la densa arboleda centenaria.

Juan Gualberto Gregorio de Las Heras
Juan Gualberto Gregorio de Las Heras (Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata; 11 de julio de 1780 – Santiago de Chile; 6 de febrero de 1866), militar argentino, integró el Ejército de los Andes que participó de las guerras de independencia de Chile y Perú de los realistas españoles y fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Más tarde dirigió grupos opositores al gobernador Juan Manuel de Rosas en su exilio en Chile.

El apellido original de su familia era Gregorio de Las Heras, pero más tarde le quedó su segundo apellido como único. Fue comerciante en su juventud.

Luchó contra las Invasiones inglesas en la Compañía del Comercio, pasando luego como sargento al Escuadrón de Húsares de Pueyrredón.