Comunidad Cinéfila invita a participar de la proyección «El limonero real»

El Cineclub – Comunidad Cinéfila invita a participar de la proyección de debate de la película EL LIMONERO REAL de Gustavo Fontán, el martes 4 de julio las 20:30hs. en AUDITORIO ENERC, Moreno 1199.

EL LIMONERO REAL es la adaptación cinematógrafica de la novela homónima de Juan José Saer, dirigida por Gustavo Fontán. Fue filmada íntegramente durante el mes de marzo de 2015 en el barrio de Colastiné, ciudad de Santa Fe, lugar donde Juan José Saer tenía una casa y espacio en el que se desarrolla la trama de la novela. La adaptación cinematográfica de la novela ha sido realizada por el mismo Fontán y, al igual que en sus películas anteriores (El árbol, La orilla que se abisma, La casa, El rostro, entre otras), el director nos sumerge en un entramado conformado por la memoria y la percepción en el que todo, en la medida en que se vuelve ceremonia, se convierte en materia narrativa.

Una familia de pobladores del río Paraná se dispone a compartir el último día del año. Son tres hermanas, con sus maridos e hijos, que viven en tres ranchos, a la orilla del río, separados por espinillos, algarrobos y sauces. Aunque Wenceslao intenta convencerla, su mujer se niega a asistir a casa de su hermana para participar del festejo. Dice que está de luto: su hijo, su único hijo, murió hace seis años. También sus hermanas y sus sobrinas se desplazan para convencerla. Pero Ella sigue firme en su negativa: está de luto. El río omnipresente, las variaciones de la luz, el baile festivo, el sacrificio del cordero y la comida, el vino y los cuerpos, todo es atravesado, desde la percepción de Wenceslao, por las dos ausencias: la de su mujer y la de su hijo muerto, cuya figura emerge cada tanto, otorgándole al relato una densidad creciente. Desde el alba –“Amanece. Y ya está con los ojos abiertos”- hasta el regreso de Wenceslao al rancho después de la medianoche, cada acción cotidiana se vuelve ceremonia y el tiempo una espiral de sensaciones y recuerdos.

Ficha Técnica:

Año 2015 – 77 minutos

Guión y Dirección: Gustavo Fontán
Producida por INSOMNIAFILMS: Alejandro Nantón, Guillermo Pineles, Gustavo Schiaffino
Producción Ejecutiva: Guillermo Pineles, Laura Mara Tablón
Dirección de fotografía y cámara: Diego Poleri
Dirección de sonido: Abel Tortorelli
Montaje: Mario Bocchicchio
Dirección de Arte y Vestuario: Alejandro Mateo

En la post proyección habrá una charla/debate con el director del film.

Entrada libre y gratuita
No se realiza reserva previa

​Trailer:

Palabras de de Gustavo Fontán

En la obra de Juan José Saer en general y en El limonero real en particular se formula un interrogante que subyace de modo permanente: ¿cómo acceder a lo real y expresarlo? La obra de Saer es testimonio de una desesperada aproximación a una porción de realidad – a la que se mira y se vuelve a mirar-, y de la constatación del misterio. La mirada afirma y abisma el mundo, simultáneamente. La escritura reconoce en la realidad sus enigmas y nos advierte sobre la fragilidad de cualquier intento de conocimiento.

Por otro lado, existe en Saer una profunda conciencia de que la poesía surge del “tratamiento especial dado a la materia real”. La escritura se convierte entonces en el arte de “sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen”.

En una de las primeras escrituras de El limonero real, escribía Saer: “Piensa todavía que él no debió haberse ido a la ciudad, lo piensa todas las mañanas, peinándose bajo el sol. Me parece que no piensa en otra cosa: que si no se hubiera ido, ahora estaría cruzando el río con la canoa verde, y no bajo tierra. Nunca piensa en otra cosa, aunque haga años que ya no lo dice. Y cuando a veces entra a la chocita que llamamos la cocina, y la oigo murmurar en voz baja, creo que habla con él. No con lo que dicen que queda de nosotros cuando recordamos, y que dicen que puede volver, con él como era antes de haberse ido, tratando de decirle que no se vaya”

En una de esas primeras escrituras, la novela empezaba así:

“Amanece
Y ya está con los ojos abiertos.
Queda un momento ciego
Sin ver, todavía mezclado en lo que ha entrevisto en el sueño.
-para algunos el pasado que se hace presente.”
Saer entiende pronto: el pasado que se hace presente. Y no es necesario decirlo porque sencillamente ocurre.

“El canto del gallo, el amanecer, los perros que ladran, la claridad que se expande, el hombre que se levanta, la naturaleza, el tiempo, el sueño, la lucidez, todo es feroz”. Pascal Quignard no habla de El limonero real. Pero habla.

El ámbito en el que ocurre la trama de El limonero real -las islas, la costa del río Paraná en la provincia de Santa Fe, Argentina, su luz y sus habitantes- no es un espacio desconocido para mí. Realicé ya dos películas en la zona: La orilla que se abisma y El rostro. Estas dos películas me colocaron ante la experiencia de las islas. Las islas del río Paraná son grandísimas extensiones de tierra, con montes de madera blanda, sauce, timbó, en la costa, y pajonales interminables, montes de espinillos, algarrobos y talas, lagunas y esteros, tierra adentro.

Por naturaleza, las islas conforman un espacio cargado de cierta precariedad: las crecientes, siempre voraces, construyen una memoria y un riesgo. Nadie olvida las crecientes; por todos lados hay huellas y nadie deja de temer a la creciente que puede sobrevenir. La isla es una imagen del antes y del después, y el presente es una especie de estadio frágil entre dos momentos dolorosos. Esta conciencia imprime en sus habitantes, los isleros, una extraña vitalidad. Se vive el presente, el sol y la pesca, los encuentros y el vino, el fogón y los silencios, como una fiesta y una despedida al mismo tiempo. Esa forma de habitar, conformada por ese vínculo particular (agua- tierra-hombre-animales) tiene una impronta única. A ese modo de estar, vital pero inestable, podríamos definirlo en líneas generales como una vida a la intemperie. No por la falta de techo, que aunque precario existe, sino por algo más esencial, más hondo: la impronta que el espacio imprime en los habitantes y los deja siempre en tensión, fortaleza-debilidad, vitalidad-muerte.

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