El mítico lugar del barrio de Palermo era elegido por políticos y artistas. Estaba emplazado en Figueroa Alcorta y Tagle y se mantuvo vigente durante 40 años.
Por los vidrios tapados, las mesas en la vereda y obreros que entraban y salían del local, el lunes por la tarde corrió el rumor que había llegado el fin del emblemático Rond Point. Que el bar que funciona desde hace más de 40 años en la esquina de Figueroa Alcorta y Tagle, no volvería a abrir sus puertas.
Esa sede de encuentros de empresarios, políticos y otros personajes de la fauna porteña, finalmente parecerá cerrarada, pero por tres meses y por reformas.
La confirmación surge desde el grupo de inversores que tomó el mando de Rond Point en 2004, cuando se puso en marcha la primera y gran renovación. Esos trabajos concluyeron en 2005 y demandaron poco más de un año, durante el cual la confitería también permaneció cerrada. Esta vez se manejan plazos mucho más cortos y un regreso con el mismo nombre, algo que también se había puesto en duda.
La esquina de Rond Point se convirtió en un ícono del espectáculo y la política cuando en la década de los 90 era parada obligada de artistas, deportistas y personajes de la política. Domingo Cavallo, que aún tiene su oficina muy cerca de allí, era un asiduo habitué y algunos periodistas recuerdan que cuando era difícil dar con el ministro, lo mejor era «hacer guardia» en Rond Point.
«Es una reforma del salón, del estilo, pero no del nombre. Rond Point seguirá siendo Rond Point», afirman, escuetos, desde la desarrolladora. Y mencionan que el plazo de obra durará entre 60 y 90 días. Un recreo para hacerle espacio a las innumerables anécdotas que involucran a famosos, políticos y a la propia prensa, todos habitués del vecino bar del viejo ATC (hoy la TV Pública)», aseguran los empresarios que llevarán a cabo la remodelación.
Estos trabajos demandarán aproximadamente dos meses y luego se producirá la reapertura, con propuestas gastronómicas renovadas y una ambientación más moderna, con gran protagonismo tecnológico.
Según informan, se eliminará el restaurante, tendrá más protagonismo la cafetería y Audi ampliará su espacio.
La confitería funcionó durante cuatro décadas en Palermo. La confitería funcionó durante cuatro décadas en Palermo.
La mítica confitería porteña Rond Point, más conocida como «Ronpuán», cerró sus puertas y se despidió de un público conformado por empresarios, políticos, deportistas y distintas figuras del espectáculo que durante cuatro décadas lo utilizaron como lugar de encuentro.
Ubicada en la esquina de avenida Figueroa Alcorta y Tagle, el local se convirtió en un ícono clásico del barrio de Palermo, y se caracterizó por su estructura vidriada de forma curva. El establecimiento protagonizó una importante transformación en el 2004 y reabrió al año siguiente.
La dirección exacta de la confitería es en avenida Figueroa Alcorta 3009, cuya posición estratégica frente a Canal 7 incidió en su impronta como lugar de encuentro del mundo del espectáculo y siempre de la política. Además, abrió en una época cuando esta zona de clase alta contaba sólo con casas residenciales y embajadas.
En el sitio, además de la confitería, funciona el restaurante La Cave en el primer piso, y el exclusivo Audi Lounge en el segundo. Según versiones, la marca de automóviles está analizando qué va a hacer en esa esquina, ubicada a pocos metros de La Televisión Pública y al lado de la Embajada de Canadá.
Cuando reabrió sus puertas en 2005, la confitería quedó en la planta baja, el restaurante La Cave en el primer piso y, en el segundo, el exclusivo Audi Lounge, destinado únicamente para los dueños de automóviles de esa marca. Este nuevo emprendimiento siguió apuntando al público ABC 1, y el local siempre conservó su fachada original, vidriada y recondeada, la cual lo caracterizó desde entonces.
En aquel momento, la zona de Palermo Chico, y sobre todo la del entorno a la confitería, sufrió numerosos cambios. Se construyó el shopping Paseo Alcorta, el MALBA y el Museo Renault. La confitería fue, durante muchos años, el lugar elegido por empresarios, políticos -el llamado círculo rojo-, deportistas y la farándula local para cerrar negocios, acuerdos o contratos, o simplemente mostrarse.
Entre los habitués de «Ronpuán» se destacaban celebridades como Gerardo Sofovich, quien solía reunirse con colegas a diario. En los tiempos del menemismo, también se hizo habitual ver grupos de políticos en el interior de la confitería, con códigos similares a los de los famosos.
Con los años se confirmó una regla tácita entre los habitués: si lo que había que discutir podía tomar estado público, las charlas se hacían por la mañana temprano, en las mesas de adelante, cerca de los ventanales. Si se trataba un tema delicado, sucedía atrás, de noche.
Otra característica del lugar eran sus pesadas cortinas, las cuales contribuían a mantener su aire de secretismo, una intimidad y privacidad que los clientes siempre requerían.